Las
micobacterias no tuberculosas (MNT), también conocidas como micobacterias atípicas, forman parte de un heterogéneo grupo de microorganismos que están ampliamente distribuidos en el ambiente y, en ocasiones, son causa de infección en seres humanos.
En los últimos años, se han informado numerosos casos de infecciones por MNT asociados a cirugía plástica y medicina estética, ya sea como casos esporádicos o vinculados a brotes.
El género Mycobacterium está formado por más de 190 especies, de las cuales el grupo MNT involucra a aquellos organismos diferentes del
Complejo Mycobacterium tuberculosis y de
Mycobacterium leprae. El esquema de categorización de Runyon clasifica a las MNT según la capacidad de producción de pigmento y la velocidad de crecimiento. Las especies asociadas con mayor frecuencia a infecciones en procedimientos estéticos son las
micobacterias no pigmentadas de crecimiento rápido (MCR) (TABLA 1).
Las MCR son patógenos oportunistas con baja virulencia que necesitan de factores predisponentes para producir una patología. La contaminación de equipos médicos, dispositivos protésicos, soluciones desinfectantes, marcadores, sistemas de agua o infraestructura hospitalaria con estos microorganismos puede conducir a que huéspedes inmunocompetentes desarrollen infecciones.
El incremento de
procedimientos dermoestéticos (mesoterapia, tatuajes, perforaciones, aplicación de sustancias subcutáneas o submusculares) y las
intervenciones médicas invasivas relacionadas con rellenos e implantes (cirugía mamaria, lipotransferencia, liposucción, cirugía facial, entre otras) han llevado a un aumento de los casos descriptos con un elevado riesgo de complicación y fracaso quirúrgico.
El diagnóstico de las micobacteriosis comienza por la
sospecha clínica. La existencia de cuadros crónicos, que evolucionan de manera tórpida y no responden al tratamiento con antibioterapia convencional, debería sugerir la posibilidad de una infección por micobacterias atípicas. Las manifestaciones son polimorfas, con abscesos, celulitis y nódulos eritematosos indurados que pueden ulcerarse o supurar.
El
diagnóstico definitivo se logra mediante el aislamiento del microorganismo en los tejidos afectados. Sin embargo, el carácter ambiental de estas especies dificulta la interpretación de los resultados microbiológicos, ya que puede tratarse de colonizaciones e incluso contaminaciones.
Los
patrones de sensibilidad antibiótica de las MCR suelen ser resistentes a los antituberculosos habituales y sensibles a diversos antibióticos empleados en el tratamiento de otras infecciones bacterianas. La presencia de cuerpos extraños e implantes altera el pronóstico terapéutico, por la capacidad de las bacterias de formar biopelículas sobre los mismos.
El
estudio microbiológico cumple un rol clave en la detección de las micobacteriosis. La identificación a nivel de género y especie, como así también la realización de pruebas de sensibilidad antimicrobiana especiales, son fundamentales en el diagnóstico asertivo y la instauración de un tratamiento apropiado para estas infecciones.
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